16.3.09

Diálogo en el 7

- Manuel, ten cuidado. Este me da mal fario.
- Calla, ¡qué dices!
- Además, mira de través, ya sabes lo que significa. Cuidado por la izquierda.
- No seas cenizo, todos miran, de una u otra forma, como las personas y eso no quiere decir nada. Cada día estás más pesimista.
- Lo que ocurre es que cada día lo llevo peor.
- Qué quieres, el oficio es así, tú lo sabes. Esto es lo que me gusta hacer, es lo único para lo que sirvo.
- Sí, sí, no empieces. Ya sé que es tu vida y bla, bla, bla. Tendré que dejarlo yo y quedarme en casa, rezando y esperando una llamada, deseando con todas mis fuerzas que seas tú quien la haga. No puedo estar aquí, fingiendo ser uno más.
- No vengas ahora con lo de siempre, no es momento. No te hagas la víctima, ahora no, por favor. Tengo que salir. Luego hablaremos, cuando acabe, cuando acabemos, en el hotel.
- Está bien, pero ten cuidado... sabes que te quiero.

Manuel miró al cielo azul de la tarde de agosto y salió a la arena. Lentamente, meciendo su cuerpo, mostrándose obscenamente delante de su enemigo, arrastrando los pies. Llegó al centro, clavó los pies y se dispuso a recibir al toro, por la izquierda. A lo lejos un grito llegó hasta él, pero ya no pudo distinguir lo que decía.

3 comentarios:

Andrés Portillo dijo...

La España cañí con capote, pluma y pintalabios, si Dominguín levantara la cabeza... Estupendo dialogo, Carlos.

Un abrazo

CarlosOllero dijo...

Gracias Andrés por tus lecturas.

Anónimo dijo...

Que bueno Carlos, intriga hasta el final, como debe ser.
Un saludo.