24.5.09

Un millar de botas gastadas (continuación de Los mercenarios somos gente de fiar)


Alvaro Martín Toledano se revolvió en su manta cuando la primera gota de la tormenta le cayó sobre el mostacho, lo que vino después bien podría parecerse al diluvio universal del patriarca Noé y para cuando consiguió recoger sus pocos enseres y pudo correr hasta el frondoso castaño del borde del camino, ya estaba empapado de pies a cabeza.



Maldijo su suerte y aquellos chaparrones inclementes de este Flandes inhóspito, frío y húmedo por el que llevaba desgastando las botas desde hacía ya demasiado tiempo. El no lo sabía todavía, pero exactamente un año después, el 19 de mayo de 1643 iba a matar a Luis Carlos de Argote y Gonzálvez, por sus pecados y su traición al Rey.

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