30.6.09

Solo las olas

Aplasto con el pie mi último cigarrillo, deben ser cerca de las ocho de la tarde y el sol comienza a esconderse tras los acantilados, hacia el este, justo a mi derecha. El sol bajará como cada tarde e irá encendiendo la superficie del mar, cambiándola del azul acerado a un rojizo tenue y triste como una despedida. Tras siete días viendo lo mismo, varado en esta playa a la que llegué tras abandonar aquel barco, sé perfectamente como se mueven los astros sobre el mar.

Sigo igual de solo que cuando llegué, náufrago solitario en una playa lejana de arena blanca y clima envidiable, pero solo. Las olas, tercas, se empecinan en volver una y otra vez, pretenden saltar a la playa y apenas consiguen lamer el borde, humedeciéndolo.

El contacto humano se limita a las colillas que me rodean y a los botes de refresco que los vendedores se empeñan en venderme. A mi alrededor, las familias dormitan bajo las sombrillas y los posibles objetivos de mi charla pasean ignorándome o se tuestan concienzudamente al sol.

Mis vacaciones se han pasado, vine solo y me marcharé solo. Nunca he sido habilidoso con las relaciones humanas, se me han dado mejor los paisajes y el mar. Hemos hablado largamente, primero con cautela, después nos hacíamos los encontradizos y entablábamos largas conversaciones. El mar nunca calla, siempre hay una ola esperando para traer la respuesta a tu última pregunta. Al final, nos hemos hecho inseparables, tanto, que he decidido abandonarlo todo ( es una forma de hablar, en realidad no tengo nada ni nadie que se de cuenta de mi ausencia). Esta noche, cuando en la arena solo se oigan los gemidos apagados de los amantes furtivos y el sordo rumor de las olas diciéndome:
- ven, ven con nosotras, sumérgete.
Me adentraré desnudo y me acogerá con un beso cálido de sus miles de lenguas de espuma, así nunca volveré a estar solo y podré conversar con él para toda la eternidad.

foto de Victor Nuño

4 comentarios:

Andrés Portillo dijo...

Precioso, Carlos, esas olas tercas y ese mar encontradizo son dos postales para enmarcar. La soledad y el mar..., que pareja tan bella y tan triste. Abrazo.

CarlosOllero dijo...

Gracias Andrés, el mar no solo son chiringuitos. Es un viejo conversador que siempre sabe dar la réplica.

Anónimo dijo...

Aún, gracias a la fotografía, descubro que hay otro informático a quien le gusta plasmar sentimientos, ... en texto. Y tan bien plasmados.

Me encanta el relato, de una soledad que termina por no ser tan soledad, ... sino complicidad, silencio interior, y desde luego, una pasión por el mar.

Siempre que alguien ha vivido cerca de él, del mar, ese recuerdo permanece imborrable. Como un buen y viejo amigo.

Un abrazo, Carlos, y de verdad, me ha encantado leer el relato.

CarlosOllero dijo...

Gracias Victor y espero encontrarte por aquí de vez en cuando