25.8.09
Poética. Tras el verano todo renace de sus cenizas
Al dejar de ser poeta
los versos se enredarían
entre mis labios sellados
arañando mi garganta
con sus esquirlas de plata.
Palabras inconexas, perdidas,
buscando un ritmo que las enhebre,
una frase que las acoja,
una voz que las reclame.
Palabras malditas, no dichas,
que sin un verso se pudren
envenenando la vida.
Ser poeta, escribir lágrimas,
evitando que germinen
las flores marchitas del tiempo.
Compartir, al fin, el miedo
de no escribir nunca más versos,
de no gastar nunca más tinta,
de no surcar nunca otros mares
a golpe de papel y pluma.
De no corregir, buscando
esa palabra exacta
que te diga que te quiero
o ese silencio pleno
que me rodea cuando te veo.
Ser poeta es arrancar
la corteza de los árboles
para ver por dentro el zumo,
para ver correr la sabia
y saber que esa es mi sangre
que ha saltado de las venas
para escribir este poema
y dar vida a un bosque lleno
de palabras y de letras.
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